Amapola lindisima amapola





La amapola tiene un tallo largo y erecto con finos pelillos recubriéndolo. Algunos ejemplares llegan a alcanzar 1,5 m. de altura, lo que los hace visibles por encima de la maleza de los campos. Las hojas, que no poseen pecíolo, emergen alternas a lo largo del tallo. Poseen una única nervadura central y su forma lobulada y dentada es característica de esta especie.

Lo más llamativo son sus flores, compuestas por cuatro frágiles y delicados pétalos que forman una esfera que llega a alcanzar los 50 mm. de diámetro. Aunque se cree que sólo las hay rojo escarlata, debemos saber que también existen ejemplares naranjas, amarillos, violetas y blancos. Sobre cualquiera de estas tonalidades destacan los largos estambres negros. Dependiendo de los cuidados y la época en que se haya plantado, puede florecer en primavera o en verano.
El fruto de la amapola, con forma de pequeña cápsula, contiene en su interior minúsculas semillas que escapan a través del opérculo (una especie de tapa) para reproducir, sin ayuda, la planta.

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