Granado



La granada se ha considerado una fruta poderosa a través de la historia. Por siglos ha sido símbolo de amor, de fertilidad y de prosperidad en muchas civilizaciones. Algunos guerreros del pasado la comían antes de las batallas ya que se creía los volvía invencibles.
Y si vamos a ver no estaban tan lejos de la realidad, ya que la granada posee grandes cantidades de vitaminas y minerales, sobre todo de los conocidos antioxidantes. También se recomienda con fines diuréticos, para mejorar la sangre y disminuir la hipertensión.
Pero para disfrutarse una granada hay que tener paciencia. Es cierto que la fruta que produce el árbol del granado es sabrosa y bien jugosa, pero para extraer todo el sabor que esta fruta ofrece, hay que saberla tratar y tener un plan de acción.
El interior de una granada está compuesto por numerosas semillas, todas cubiertas de una deliciosa pulpa roja. Una vez se abre la dura corteza (la cáscara) de este fruto, tal pareciera que estuviéramos abriendo un joyero. Sus pulposas semillas parecen pequeños rubíes que brillan ante los rayos del sol.
Su vibrante color rojo invita inmediatamente a meterle un mordisco. Una vez en nuestra boca, su sabor agridulce nos recuerda la frescura de un paseo en el campo, o tal vez a lo que sabría el hijo de un melón y una ciruela. El sabor es inconfundible y bien apetitoso.
Pero si por goloso masticas no sólo la pulpa, pero también las diminutas semillas, éstas sueltan un sabor amargo que fácilmente te puede arruinar la gustosa fantasía bucólica.
Para evitar este raro sabor, algunas personas las presionan con la lengua hacia el cielo de la boca, exprimiéndoles la pulpa y sacándoles todo el jugo. Luego simplemente escupen las semillas. Otros, para evitarse el trabajo, se las tragan luego de exprimirlas (esto no lo recomiendo ya que no sé si en algunas personas tenga alguna consecuencia).
Para personas menos aventureras, siempre existen los coladores manuales con los que pueden exprimir la pulpa hasta extraer todo su jugo.
Yo en particular, prefiero saborearme los pequeños granos uno a uno y sin prisa, creo que el disfrutarlas con paciencia es parte de la magia granadina. 


El nombre científico del árbol del granado es Punica granatum. Este nombre no debe sorprender ya que la palabra “granatus” en latín significa que posee granos y a la granada éstos le sobran.
Aunque existen diferentes variedades, el árbol o arbusto del granado es generalmente pequeño, creciendo de unos 3 a 6 metros de altura (10” a 20” aproximados). Por su cómodo tamaño es utilizado como árbol ornamental tanto en patios interiores como exteriores. 

 Los granados provienen de climas tropicales, de subtrópico y semi-desérticos, así que el calor les va mucho mejor que el frío. Por lo general no toleran bien los inviernos severos, aunque hay variedades específicas que pueden soportar climas con temperaturas más bajas de lo normal. 


La granada o fruto del granado posee una cáscara muy gruesa y fuerte. Esto evita que la mayoría de las plagas puedan romperla y llegar a la deliciosa pulpa para depositar sus huevos.
En un estado natural, la fruta ya madura tiende a abrirse aún colgada del árbol. Permitiendo entonces que vengan pájaros y otros insectos a deleitarse del exquisito manjar.
Algunas variedades no dan fruto, no obstante por la forma de sus ramas y raíces se convierte en un árbol perfecto para la creación de árboles tipo bonsái.
No le podemos pedir más al árbol del granado. Es hermoso a la vista, no requiere de grandes cuidados ni de terrenos perfectos, aguanta calor y sequía, y encima de todo esto nos regala uno de los frutos más exóticos y saludables del mundo. Si andas buscando un nuevo árbol para tu patio, creo que debes considerar los poderes del magnífico granado.

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