Al igual que en el caso anterior, se trata de un patio interior, donde la luz es más
tenue y el silencio se adueña de sus muros. De planta irregular, casi
romboidal, sus pórticos atesoran cuantiosos restos arqueológicos, entre
los que destacan dos mosaicos romanos que adornan las paredes. El
primero de ellos, muy reconstruido, representa una venera, el otro, en
cambio, no está realizado por teselas, como es normal, sino por figuras regulares geométricas de mármol, como apuntara Joaquín Moreno, de ahí su rareza.
De los cuatro lados del patio sólo dos están
porticados, manifestándose al exterior por medio de arcos de medio punto
de ladrillo visto, sobre columnas de fuste liso de orden toscano. En
uno de los dos pórticos se hallaba la capilla de los marqueses, de ahí
el nombre del patio, aunque desgraciadamente no se conserva. La galería
está cubierta por un sencillo artesonado de madera, y pavimentada con
sobrios ladrillos planos de profunda raigambre cordobesa.
La segunda planta es apenas visible debido a la frondosidad
de la vegetación, por lo que casi hay que adivinar las ventanas
pintadas del mismo azul que en el anterior patio comentábamos.
Ocho naranjos centenarios engalanan el patio,
con lecho de cintas que lo festonean y a la vez ensombrecen. En el
centro se encuentra una fuente de basamento octogonal y diversos
surtidores, está cubierta por gran número de helechos. Una hiedra cubre
gran parte de uno de los muros no porticados, mientras que en el otro se
abren una serie de cristaleras que dan al Salón de los Saavedras.
Especies que habitan en el patio
Citrus Aurantium
(Naranjo Amargo)
Citrus Deliciosa (Mandarino)
Citrus Limon (Limonero)
Citrus Sinensis (Naranjo Dulce)
Clivia Miniata (Clivia)
Cyrtomium Falcatum (Helecho)
Hedera Helix (Hiedra) Monstera Deliciosa (Costilla de Adán) Primula Vulgaris (Primavera) Senecio Cruentus (Cineraria) Soleirolia Soleirolii (Simpatía)
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