No hay que fiarse del aspecto
petrificado que ofrece la delgada silueta de la Garza Real, inmóvil al
borde del agua. La garza no desdeña nada.
La Garza Real cría preferentemente en grupos, en
árboles altos. Estas colonias, o «pajareras», reúnen en general algunas
decenas, como mucho, de parejas, aunque en otros países, a veces, son
mucho más numerosas en regiones de marisma o carrizales. Las «pajareras»
del centro y sur de España, donde suelen criar varias especies juntas,
tienen un aspecto muy pintoresco, y constituyen un admirable espectáculo
con sus idas y venidas, sus querellas acompañadas de roncos gritos y los
árboles llenos de grandes aves de color claro.
Relativamente escasa hace 15-20 años en España, la
Garza Real ha colonizado nuevas zonas del occidente español y la
población ha aumentado sensiblemente en los últimos años. Parece que,
después de la cría, las aves se dispersan en todas direcciones y a
distancias de uno o varios cientos de kilómetros. En invierno, es ave
común en cualquier pantano, charca grande o ribera de río, merced al
gran número de individuos que, procedentes de otros puntos de Europa,
alcanzan la Península para invernar.
Identificación:
Partes superiores grises; plumas remeras
gris oscuro; penacho negro; pecho peludo y robusto pico amarillo;
generalmente vuela con patas extendidas y cuello encogido; sexos
iguales.
Nidificación:
Nidos en colonias, normalmente en árboles, pero también localmente en
juncos aplastados o en acantilados marinos; la hembra coloca una
plataforma de ramas o cañuelas
aportadas por el macho; pone, de febrero a mayo, de 3 a 5 huevos azules
claro; incubación, alrededor de 25 días, por ambos padres; los pollos,
alimentados por ambos progenitores, abandonan el nido tras 7 u 8
semanas.
Alimentación:
Peces, escarabajos, ranas, pequeños mamíferos.
Hábitat:
Aguas continentales.
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